No existen las casualidades, Solo lo inevitable

fantasmas

07.05.2010 19:08

crees en los fantasmas?

SI ES ASI AQUI ALGO DE INFORMACIÓN:

 

Quienes dicen haberlos visto los describen como siluetas o sombras monocromáticas, por lo general oscuras o blanquecinas, más bien difuminadas o nebulosas, antropomórficas, de carácter inmaterial y trasparentes a veces, que flotan y pueden no tener contorno definido a sus pies. Su aparición no suele sobrepasar el espacio de unos segundos, muy raramente un minuto, y cuando ocurre la temperatura baja sensiblemente, a veces junto a olores penetrantes, ruidos, golpes, música o voces. Su aparición provoca ulteriormente en los seres humanos de su entorno una cierta fatiga o depresión; poseen una carga electromagnética que puede ser medida.

Como las leyendas etiológicas, están ligados a un lugar, una leyenda o un mito; algunos, los llamados residuales, realizan siempre los mismos actos repetitivamente y su actitud no es comunicativa; otras veces sí es consciente, pero termina siendo esquiva y huidiza, hasta el punto de que podría decirse que parecen tener miedo o angustia ante los seres vivos; sólo unos pocos entre ellos son abiertamente hostiles o benéficos. Algunas veces han sido vistos y grabados traspasando muros sólidos; algunos pueden mover o transportar objetos de leve peso. Obedecen a las leyes de la perspectiva, según el punto del espacio desde el que se los contempla; muchos parecen sólidos y opacos, por lo que pueden ser filmados; se reflejan en los espejos y producen ruidos sincronizados con sus movimientos (pasos, etc). Generalmente dan la impresión de ser tan reales como las personas vivas, aunque sólo durante un período limitado

 

 

Ciertas personas, los llamados clarividentes, medium, Ashanes o chamanes, dicen observarlos con frecuencia o poder comunicarse con ellos; asimismo prácticas conocidas como necromancia o nigromancia aseguran poder hacer que los muertos se encarnen otra vez brevemente. Según qué tradición, los fantasmas aparecen con distinto atavío, más o menos relacionado con su muerte (el clásico de la literatura occidental es el sudario o sábana mortuoria); el momento difiere, aunque por lo común es a la puesta de sol, a medianoche, en luna llena, a una hora fija o en una fecha determinada, por lo general de noche; sin embargo hay también apariciones poco puntuales que "se manifiestan" de forma imprevista e imprevisible en cualquier momento, incluso a mediodía. Los parapsicólogos los clasifican en residuales y conscientes; los residuales repiten siempre lo mismo y parecen ajenos a quienes los ven; los conscientes poseen una actitud comunicativa y pueden interactuar con los vivos. Algunas ceremonias, como por ejemplo los exorcismos, tienen el poder de alejarlos durante un tiempo o definitivamente.

Los estudiosos del fenómeno afirman que existen también fantasmas de personas vivas (bilocación, doppelganger, fetch...) y documentan también la aparición de fantasmas de animales (por ejemplo el Perro negro, el Dip, la Pesanta o el Cadejo, entre otros), barcos, trenes, aviones, casas y pueblos fantasmas e incluso objetos fantasmas, como los tsukumogami japoneses o los domésticos de parasoles (karakasa) y linternas (chōchinobake).

Pueden aparecerse solos, lo que es lo más corriente, o formando grupos, incluso numerosos. Su manifestación en algunos casos es anuncio o aviso de algo positivo o funesto por ocurrir. También los hay de carne y hueso: en 1937 la folclorista estadounidense Zora Neale Hurston escuchó en Haití el caso de Felicia Félix-Mentor, fallecida y enterrada en 1907 y viva aún treinta años después como zombi semiconsciente a causa del habitual uso en el animismo vudú de dosis semiletales de drogas/veneno como tetrodotoxina, estramonio o datura que provocan parálisis temporal y locura permanente. Otras alucinaciones visuales o auditivas provocadas por enfermedades como la esquizofrenia o por las drogas, o bien las falsas resurrecciones espontáneas causadas por enfermedades como la rabia, la catalepsia etcétera pueden haber originado asimismo leyendas de aparecidos, revenants, vampiros y no muertos en personas predispuestas por prejuicios cognitivos y tradiciones culturales. Por otro lado, partes del cuerpo humano desaparecidas, amputadas o cercenadas pueden ser percibidas por el cerebro como miembros-fantasma.

un fantasma también podría ser un espíritu atrapado en nuestro mundo por media de invocaciones, brujería o un alma en pena.

 

 

La creencia en aparecidos (muertos que vuelven a aparecer para encomendar alguna misión) o revenants (lo mismo, en francés), espectros, ánimas del Purgatorio, almas en pena, o fantasmas es muy propia de la naturaleza humana, ha generado y genera una amplia literatura (novela gótica o de terror), inspira la cinematografía y el teatro y ha creado innumerables leyendas y mitos, si es que estos, inversamente, no han creado este bulo; la ciencia considera creer en fantasmas un tipo de superstición muy asentado en la psicología del ser humano, porque se alimenta de la necesidad de vida eterna, como la religión, y sublima una muerte inaceptable y aborrecible por medio del acto apotropaico de creer que la conciencia pervive más allá del fin de la misma. Estudios recientes indican que muchos occidentales creen en fantasmas; en sociedades donde la religión tiene mucho predicamento, como los Estados Unidos, una encuesta demostró que el 32% de sus habitantes cree en fantasmas y en la vida luego de la muerte o más allá, siempre en forma paralela a la religión o de forma menos regulada por un sistema escatológico como han hecho las religiones más frecuentes, que se aprovechan de este meme antropológico para crear estructuras económico-culturales de creencias.

Desde antiguo la mitología, la religión y otras manifestaciones de folklore o literatura han creído, o pretendido creer, en la existencia de entidades sobrenaturales, manifestaciones vitales o númenes más o menos inmmateriales de varios tipos:

  • 1. Abstractos, más o menos alegóricos, como Dios.
  • 2. Naturales o no humanos: inanimados sin movimiento o cosas, e inanimados con movimiento o semovientes, como el aire, el agua, el fuego, las plantas, los astros.
  • 3. Naturales animados: animales o animalizados.
  • 4. Antropomórficos.
  • 5. Humanos.

Desde el más primitivo animismo, que otorga vida a todo lo semoviente o dotado de movimiento y evolución, así como a las fuerzas de la naturaleza (el aire, el agua, el fuego, la vegetación, los astros), muchas de estas categorías pueden asociarse, formar criaturas mixtas y recibir denominación o nombre, como el ángel o los dioses medio animales o animalizados de los egipcios y los japoneses. El fantasma vendría a ser una entidad entre el cuarto y quinto tipo por su origen humano, bien diferenciada de duendes, diaños, demonios, yōkai, genios, elfos, silfos, hadas y longaevi, restos de religiones desaparecidas a los que Heinrich Heine llamaba "dioses en el exilio". Para la mentalidad moderna, que ha desvitalizado el cosmos transformándolo en una cosa o un mecanicismo muerto y absorbiendo toda su vida en el yo y el antropocentrismo desde el Renacimiento, es más fácil creer por eso en fantasmas que en esos otros tipos de criaturas, cuyo predicamento estaba más extendido por el mundo politeísta antiguo y la Edad Media. El pensamiento prelógico y primitivo no distingue niveles entre lo real y lo imaginario, se rebela contra la idea inaceptable y abstracta de la muerte y considera que lo aparecido en sueños es indistinto y posee existencia real, justificando sus temores y concretándolos desde el mundo onírico o del sueño e identificando la imagen de un ser desaparecido por la muerte que aparece en este con un ser real no afectado por la conclusión, la desaparición y la muerte. Se cree así en otros grados de existencia, menos patentes pero considerados reales; es más, se calma así la inquietud existencial que provocan los sentimientos de culpa, de finitud y de muerte.

 

 

Para los pueblos primitivos los fantasmas tenían una vida infinitesimal y miserable, insuficiente para animar y mover un cuerpo, hacer latir su corazón y darle aliento o respiración, pero vida al fin y al cabo, ya que tenían bastante o la suficiente fuerza para manifestarse en los sueños para atormentar o avisar a los vivos o como sombras y apenas necesitaban alimento (en las culturas antiguas con culto a los manes y antepasados había un día anual designado para alimentarlos con ofrendas de alimentos o sacrificios, que los cristianos han sustituido por flores en el Día de difuntos o de Todos los Santos). Así se calmaba a los antepasados y se aseguraba su benéfica influencia. La creencia en fantasmas se testimonia desde los primeros textos escritos sumerios y egipcios: el fantasma de Enkidú se apareció a Gilgamesh en la llamada Epopeya de Gilgamesh. También se encuentra extendida por otras civilizaciones de muy distinto desarrollo cultural. La Odisea del griego Homero y la Eneida del latino Virgilio acogen viajes de ultratumba. Los romanos ponían un puñado de tierra sobre el cadáver porque si no el alma erraría por toda la eternidad en la ribera de la Estigia, y era preciso poner una moneda en la boca para pagar al barquero o el alma no tendría descanso. Por eso aterraba a los romanos navegar por el mar, ya que no recibirían honras funerarias. A los suicidas romanos se los enterraba con la mano cortada y separada del cuerpo, con el fin de desarmar a su espíritu, que hipotéticamente atormentaría a los vivos. Los fantasmas buenos para los romanos eran los manes o espíritus de los antepasados; los malvados eran las larvae, almas de hombres malvados que vagan errantes por las noche y atormentan a los vivos. Una de las teorías que intentan explicar la religión los derivaría de la tendencia del pensamiento primitivo y prelógico a considerar que el mundo de los sueños forma también parte del real; por tanto, ver en sueños a personas fallecidas indica que no han muerto y que pueden interferir en la vida real. El origen de los fantasmas, pues, no sería distinto al de la religión en general.

En las civilizaciones orientales (como la china e india), muchos creen en la reencarnación o transmigración de las almas. Agregada a esta visión y dentro del Budismo, los fantasmas son almas que rehúsan ser recicladas en el curso del Samsara (ciclo de la reencarnación), porque han dejado alguna tarea por terminar. Los metafísicos y exorcistas de diversas religiones pueden ayudar al fantasma a reencarnarse o hacerlo desaparecer orientándolos o mandándolos a otra dimensión de existencia. En la creencia china e india, además de reencarnar, un fantasma puede también optar a la inmortalidad transformándose en semidiós y puede a través de su elevación espiritual trascender diversos planos o servir a los seres humanos, o bien puede bajar al infierno y sufrir ciclos karmáticos. En Japón, la religión shintoísta reconoce la existencia de espíritus de todo tipo y acepta la creencia en fantasmas como parte de la vida cotidiana. En la cultura malaya son prácticamente innumerables las leyendas y clases de fantasmas.

En Occidente la creencia en fantasmas se fue difuminando desde la creencia irracional en ellos de la Edad Media al escepticismo de la Ilustración en el siglo XVIII, cuando el padre Feijoo, embutido en una lucha sin cuartel contra las supersticiones, llegó a decir que "no hay fantasma ni espectro que no desaparezca al conjuro de una buena tranca". En ese mismo siglo, el doctor Samuel Johnson llegó a la conclusión de que el fantasma de Cock Lane en Londres era una filfa.

En el siglo XIX la creencia en fantasmas resurgió poderosamente merced a la tendencia irracionalista del Romanticismo y el desarrollo del Espiritismo, la Teosofía y pseudociencias como la Parapsicología.

 

 

Todavía en el siglo XX y XXI se sigue considerando a los fantasmas como almas en pena que no pueden encontrar descanso tras su muerte y quedan atrapados entre este mundo y el otro, a pesar del desarrollo de una corriente positivista, escéptica y científica, que intenta desacreditar esta superstición y cuyos representantes más conocidos son ilusionistas como Harry Houdini o James Randi. La creencia general común supone que el alma de un fallecido no encuentra descanso por una tarea que el difunto ha dejado pendiente o inconclusa ("promesa"): así, puede tratarse de una víctima que reclama venganza o un criminal que, por alguna causa, (haber sido enterrado con símbolos sagrados, por ejemplo) ve diferido su ingreso en el purgatorio o infierno. En la mayoría de las culturas contemporáneas, las apariciones de fantasmas están asociadas a una sensación de miedo y son fuente importante de estudio de recién nacidas pseudociencias, como la parapsicología. Aún es también importante dentro del estudio de ciertas religiones, como el Islam, el Budismo, Jainismo, Hinduismo, Shintoismo, Espiritualismo y Cristianismo, aunque cada una lo estudia de modo diferente. En las creencias de la Nueva Era, se intenta racionalizar la creencia tradicional afirmando que los fantasmas son cúmulos de energía negativa o que se trata de imágenes holográficas de personas que han dejado impregnado el ambiente con su imagen y sus actividades.

 

Clases de fantasmas

G. N. M. Tyrrell, autor de un clásico libro sobre el tema, Apparitions (Apariciones), publicado en 1943, identificaba cuatro grupos principales en base a la conducta adoptada por los presuntos espíritus, más conocida que su propia naturaleza.

  • Apariciones que frecuentan habitualmente un lugar determinado. Generalmente no suscitan miedo, son inofensivos y a veces llegan a ser tratados como un miembro más de la familia.
  • Apariciones post-mortem. Suelen tener lugar poco tiempo después de la muerte de la persona vista, y no acostumbran a estar relacionadas con un lugar o un acontecimiento concreto.
  • Apariciones en casos críticos: el aparecido es alguien que está viviendo una experiencia importante (a menudo desconocida por el testigo de la aparición), como un accidente, una enfermedad o, por supuesto, la muerte.
  • Aparición inducida experimentalmente. En estos casos, el fantasma no es el de una persona muerta o moribunda, sino el de alguien vivo que intenta deliberadamente hacer que su imagen se haga visible a otra persona; se habla entonces de bilocación, si se trata de santos, o en el folclor alemán de doppelganger (en el irlandés, fetch)

 

ECONOMIA Y LOS FANTASMAS

Como pretexto de creación artística o literaria, la creencia en fantasmas es tema goloso que ha suscitado mucho negocio editorial, teatral, cinematográfico, radiofónico, televisivo y periodístico. También supone una atracción turística notable para ciertos lugares históricos. Eso provoca la aparición de grandes intereses creados en torno a las apariciones de fantasmas y, por tanto, la aparición, también, de distintos grados de fraude y negocio, y consiguientemente del rechazo interesado y del oscurecimiento igualmente perseguido de toda explicación estrictamente racional de este tipo de fenómenos; de ahí la explotación y fomento del miedo y de lo morboso, siempre más económicamente rentables, y el ahogo interesado de todo interés por llegar a la verdad que pueda existir en el fondo del asunto. Esta se deja siempre en una estricta ignorancia que, además, favorece la estafa, la riqueza, el lucro, el crecimiento económico. Por eso La desconfianza, el método científico, el empirismo y el escepticismo son requisitos imprescindibles para abordar con seriedad un fenómeno como este, rodeado de engaños y la mayor parte de las veces, si no todas, engaño él mismo.

 

 

Fantasmas y Parapsicología

Para no ser pseudociencia, la parapsicología tiene en cuenta la psicología del engaño y procura documentar cualquier testimonio de los llamados fantasmas y controlar rigurosamente las circunstancias en que se producen (incluidas los observadores) alejándose de cualquier prejuicio cognitivo. Numerosos investigadores distinguen, por una parte, las apariciones de ectoplasmas obtenidas con ciertas medium espiritistas fraudulentas a comienzos del siglo XX (Eusépia Palladino, Douglas D. Home, Rudi Schneider, Franek Kluski) de las de ciertos investigadores serios (Charles Richet, Schrenk-Notzing, Gustave Geley, etc.) que acreditaron los fenómenos con las condiciones de observación que disponían en su época y, por otra parte, del encantamiento de los fantasmas, una subcategoría del cual es el llamado poltergeist o "espíritu burlón".

La parapsicología documenta que los fantasmas pueden ser de personas vivas o muertas y de personas o animales. Los fantasmas de personas vivas (bilocación) han sido documentados también, así como fenómenos denominados psicofonías y teleplastias. Determinadas personas, los llamados clarividentes, están imbuidos al parecer de una cierta percepción extrasensorial que les permitiría poder observarlos o sentirlos a menudo y obtener información privilegiada e inédita de los mismos, algunas veces por procedimientos como la escritura automática o la psicometría, y hay ocasiones en que, en efecto, parece que ha logrado obtenerse información útil que ha ayudado a esclarecer desapariciones y crímenes a la policía, como por medio de los clarividentes Rosemarie Kerr, Sally Headding o Nancy Orlen Weber. Los fantasmas más frecuentes poseen una tipología escindida en tres clases:

  • Fantasmas residuales, o visiones que realizan actos repetitivos y carecen de actitud comunicativa o interacción con los observadores.
  • Fantasmas conscientes, que pueden comunicarse e interactuar con los observadores.
  • Encantamientos duraderos de lugares concretos donde se manifiesta uno o más fantasmas desde hace mucho tiempo.
  • Poltergeist o "espíritus burlones", fenómenos de duración más reducida ligados a una persona, por lo general adolescente o joven (aunque no siempre), en la que se mueven objetos solos, se escuchan golpes repetitivos o ruidos y se encienden o apagan luces.

 

Fantasmas y Espiritismo

Según el Espiritismo o "doctrina espírita", como se decía en el siglo XIX desde que este movimiento fue configurado por Allan Kardec y la teósofa Helena Petrovna Blavatsky, el alma humana sobrevive a la muerte del cuerpo material y dispone de un otro cuerpo llamado periespíritu. Los fantasmas serían seres humanos desencarnados capaces de manifestarse haciendo perceptible el periespíritu a los sentidos ordinarios. En el vocabulario espiritista no se utiliza la palabra fantasma, sino eidolon, espíritu, ente o entidad. Algunas almas no habrían pasado a otro nivel de existencia por miedo a quemarse eternamente, por simple obstinación o por poseer demasiado apego a este nivel de existencia o a algunas cosas y personas de este nivel de existencia.

 

 

Fantasmas y Catolicismo

El Catecismo de la Iglesia Católica no cree en fantasmas porque no admite la existencia del limbo, aunque algunos teólogos sí la postulan. La iglesia católica considera perjudicial, dañoso, autodestructivo y pecaminoso el uso de la necromancia, la Ouija, el Tarot y de cualquier ceremonia o procedimiento no religioso con el cual se obtenga comunicación con la otra vida; según exorcistas y demonólogos como el padre José Antonio Fortea, recurrir a estos rituales, fuera de ser extremadamente peligroso desde un punto de vista psicológico, supone dejar puerta abierta para que entre el Diablo. Por otra parte, según la escatología de algunos teólogos, existe un limbo al que van las almas, criaturas, seres no humanos y ángeles indecisos, que no son ni buenos ni malos ni se han puesto de parte de nadie, esperando el lugar que Dios les dará cuando ocurra el juicio final.

 

 

¿Comunicación con fantasmas?

Houdini demuestra cómo un fotógrafo puede producir fraudulentamente "fotografías de espíritus" que documenten la aparición e interacción social con individuos fallecidos[1]

A medida que el hombre moderno ha ido desarrollando nuevas tecnologías de comunicación, los interesados en obtener información de fantasmas las han usado y así se habla de psicofonías o grabaciones sonoras en las que supuestamente se oye la voz o los movimientos de algún difunto, o de psicoimágenes, imágenes estáticas o en movimiento en las que presuntamente puede distinguirse alguna presencia fantasmal.

Sin embargo, quienes pretenden justificar la existencia de otro mundo y la posible comunicación con el mismo deben justificar primero por qué casi todas las manifestaciones espirituales suelen reducirse a manifestaciones psicológicas de engaño o autoengaño, o fraudes, como con devastadora frecuencia han demostrado ilusionistas expertos como Harry Houdini, James Randi o Criss Angel, quienes saben desde luego que lo que ocurre en nuestra mente es de factura mucho más simple que lo que ocurre en la realidad fuera de ella. Algunos tipos de alucinación, como la hipnopómpica o la hipnogógica, los síntomas de una esquizofrenia o determinados tipos de epilepsia no diagnosticadas, el fenómeno del sueño lúcido o falso despertar, el uso de drogas y sustancias psicotrópicas que creen falsos recuerdos, los fuegos fatuos pueden explicar la mayoría de los casos, por no hablar del espíritu lúdico de las bromas y los citados, groseros y mezquinos intereses económicos, que pueden apoyar, magnificar y converger sobre las anteriores explicaciones, que se acumulan sobre la necesidad de religión y de fe ultraterrena desarrollada en el ser humano por la selección natural como una ventaja para la supervivencia gregaria.

Esto no basta para desanimar, sin embargo, a quienes creen en alguna manifestación divina o macabra que es una liberación de energía del cuerpo, esto es, una "evolución" de esta vida terrenal hacia otra en un mundo ultraterreno, y hay caos desconcertantes de clarividencia y percepción extrasensorial que aún aguardan explicación satisfactoria.

Algunos intentos no escépticos de resolver racionalmente estos fenómenos han sido formulados por físicos como Roger Penrose, quienes creen posible la transmisión de información nerviosa mediante corrientes cuánticas a nivel subatómico que pueden ser amplificadas mediante los microtúbulos existentes en las neuronas; además, la insólita lógica cuántica permite distorsiones temporales que pueden causar la duplicación del presente o bilocación, y esto explicaría muchos de los fenómenos paranormales de transmisión de información, como expone en su Las sombras de la mente: hacia una compresión científica de la consciencia (Barcelona: Editorial Crítica, 1996). Explicaciones científicas concurrentes han sido formuladas por Stuart Hameroff o recogidas empíricamente por Raymond Moody.

 

 

Fantasmas célebres

Rostro de una mujer en la casa de Calle Real, número 5 (Jaén, España), en 1992.

Algunas historias de fantasmas parecen ser leyendas urbanas universales, como la de La Dama Blanca o autoestopista fantasma. De todas formas, el carácter huidizo de estos fenómenos parece indicar que los fantasmas tienen más miedo de las personas que (algunas) personas de los fantasmas.

 

En India

Según el Garuda Purana, un libro perteneciente a la tradición védica hindú, los seres humanos que cometen pecados a lo largo de su vida reencarnan en fantasmas. En dicho libro, un fantasma describe su vida a un brahmán:

Vivimos en una dimensión en la que no existen la fe en las religiones, la disciplina, el perdón, la paciencia ni el conocimiento. Nuestro alimento es el más despreciable del mundo: basura, vómito, tos y orina. Somos ignorantes y vivimos en la oscuridad.

Ser fantasma, en la religión hindú, es un verdadero y terrible castigo karmático. En la India, a los seres de este reino fantasmagórico se los llama "espíritus hambrientos", como los gaki japoneses, o "fantasmas que luchan". La diosa Kali se suele rodear de una corte de fantasmas. Las almas de los seiscientos hijos del rey Sagar vagaron como fantasmas hasta que terminara por completo el ritual que su padre había iniciado. El Budismo hindú también admite fantasmas, las distintas clases de preta.


 

En Venezuela

El Silbón, según la leyenda, es el fantasma de un joven que asesinó a sus padres y por ello está condenado a vagar como alma en pena eternamente cargando un saco lleno con los huesos de sus progenitores. Se le llama así por su característico silbido, semejante a las notas musicales do, re, mi, fa, sol, la, si en este orden subiendo el tono hasta fa y luego bajando hasta la nota si. Se dice que cuando su silbido se escucha cerca no hay peligro, ya que el silbón está lejos, pero, si se escucha lejos, es porque se encuentra muy cerca. Además, escuchar su silbido es presagio de la propia muerte. Según una de las versiones de la historia El Silbón se presenta en las casas de noche a contar los huesos que lleva en el saco. Si nadie lo escucha, no hay peligro.

 

 

En China

En China son numerosos los relatos tradicionales sobre fantasmas; se creía en ellos y hasta se les rendía culto. Confucio dijo: "Respetad a los fantasmas y a los dioses, pero alejaos de ellos". El erudito Zhuxi, de la Dinastía Song (960-1279), quiso escribir un libro contra su existencia, titulado Si crees, allí estaremos; si no crees, no nos hallarás. Los fantasmas chinos se denominan Kuei; son espíritus malvados de personas que vivieron una vida deshonrosa o perversa, o que murieron de forma violenta. Se dice que hacen daño a las personas y buscan a quién asesinar para que el espíritu de la víctima ocupe el lugar del Kuei en el Infierno; pero esto sólo es posible con los espíritus de débiles y cobardes, pues no pueden causar ningún daño a los valientes que demuestran no temerlos. Otro tipo de fantasmas son almas de plantas, animales o cosas que abandonan su cuerpo material para atacar a las personas; son peligrosos pero se los puede destruir cuando intentan volver a su cuerpo. Las autoridades prohibieron en 2007 las historias de fantasmas. Son muy conocidas las leyendas de Ye, la de Lu Ch’ien y el sauce embrujado, y la del policía Yin. El orientalista Lafcadio Hearn transcribió algunos de estos relatos tradicionales, que inspiraron no sólo el film Kwaidan, de Kobayashi, sino toda una tradición de cine y literatura paranormal que llega hasta Ring de Nakata.

  • En el Teatro de la Ópera de Pekín, llamado Huguang Huiguan, al sur de la ciudad. Se construyó encima de un cementerio; los fantasmas y aparecidos son frecuentes.

 

En Japón

Lafcadio Hearn, o Koizumi Yakumo.

El escritor y orientalista Lafcadio Hearn ha adaptado algunos relatos tradicionales de fantasmas japoneses. Los fantasmas japoneses son espíritus apartados de una pacífica vida tras la muerte debido a algo que les ocurrió en vida, falta de una ceremonia funeraria adecuada, o por cometer seppuku o harakiri (suicidio). Usualmente aparecen entre las dos de la madrugada y el amanecer, con kimono blanco de luto abrochado al revés y sin pies definidos; algunos carecen de rostro, los llamados noppera-bō o sin cara (como los hupia de los taínos antillanos). Hay muchos tipos de fantasmas japoneses, en general denominados yūrei: onryō, o fantasmas vengativos; ubume, o fantasma benéfico de una madre que murió durante el parto o dejando niños pequeños y que regresa para cuidar de sus hijos o traerles dulces, que al desaparecer el fantasma se transforman en hojas secas; goryō, fantasmas vengativos aristócratas que fueron martirizados, funayūrei, fantasmas de los que murieron en el mar; funayūrei-urei: fantasmas de niños traviesos; los gaki o fantasmas hambrientos; los de objetos o tsukumogami; los cambiantes u obake; los jikininki, hitodama, reikon... El Templo Zenshoan en Tokio es conocido por su colección de pinturas de yorei, o galería de Yorei-ga. Son 50 pinturas de seda que datan de 150 a 200 años y representan una gran variedad de apariciones. Fueron recogidas por Sanyu-tei Encho, un historiador famoso y artista del rakugo en la era Edo cuando estudió en Zenshoan. Son lugares encantados:

  • El espectro de Kuchisake-onna, una mujer espantosamente desfigurada durante la época Heian por un marido celoso, un samuray que con unas tijeras le descarnó la parte inferior de la cara para descubrirle los dientes y la mandíbula; vuelta un maléfico fantasma, es uno de los más famosos y se la representa en unas máscaras verdaderamente horribles.
  • El castillo de Himeji es frecuentado por el fantasma de Okiku
  • Aokigahara, el bosque en el fondo del monte Fujiyama, es una localización popular para el suicidio y numerosos fantasmas suelen pasear por allí.
  • La leyenda de Botan Dōrō (牡丹燈籠) es inmensamente popular en Japón y ha dado argumento al kabuki, al rakugo, a la literatura y al cine en numerosas ocasiones, pero no parece tener un fundamento histórico real.

 

En Irlanda

  • Tal vez el espectro más conocido es la Banshee, un espíritu femenino de la mitología irlandesa asociado a antiguas familias y que se considera presagio de muerte; las banshees gimen por la casa si alguien está a punto de morir. Cuando varias banshees aparecen a la vez indica que alguien honorable o santo morirá pronto. La leyenda correspondiente del catolicismo es la de San Pascual Bailón, que avisa golpeando tres veces la cabeza de la cama días antes de la muerte de quien le reza para que ponga en orden su vida y se confiese.
  • Castillo de Athcarne, Condado de Meath; es una ruina del siglo XVI a 10 km del campo donde se dio la Batalla del Boyne (1690). La gente habla de gritos de soldados moribundos, y visiones de un soldado colgado de un gran roble en la finca, y otras apariciones.
  • El Castillo Kinnity, Condado de Offaly, uno de los más encantados de Irlanda; en numerosas ocasiones el personal del Castillo y sus visitantes han visto al fantasma de un monje (Monk of Kinnitty) atravesando los muros de la edificación; es un fantasma locuaz, que a veces se comunica con el personal de servicio del castillo y con algunos visitantes.
  • En el Castillo de Skyrne, Condado de Meath, cerca de la antigua colina de Tara, donde se han desenterrado muchos esqueletos. Skyrne fue construido por un caballero normando en el siglo XII, y se documentan varios espectros, entre otros el de una monja, una figura alta con capa y su perro y sobre todo una mujer vestida de blanco, quizá Lilith Palmerston, asesinada por Phelim Sellers en el siglo XVIII. Todavía se han escuchado de noche sus aterradores chillidos.
  • El túnel cerca del antiguo Cementerio de Friar’s Bush, en Belfast. Conecta las alas Ashby y David Keir de la Universidad de Queens. En este túnel asusta un frío intenso y sobrenatural; hay un fantasma que suele agarrar a la gente que pasa, que es muy poca.
  • El Castillo de Killua, Condado de Westmeath, residencia de la familia del gran (Lawrence de Arabia), se cree que está embrujado por el administrador de la finca (Jacky Dalton) de Sir Benjamin Chapman. Su espíritu excéntrico ha aterrorizado a varios visitantes nocturnos del castillo; las quejas sobre ruidos y movimientos nocturnos fueron tantas que la residencia fue abandonada hace mucho tiempo. Hasta la fecha se habla de un fantasma blanco que rodea las ruinas y una figura espantosa, de mirada maligna, que a veces se ve entre las paredes.
  • El Castillo de Leap, Condado de Offaly, destaca por el número de sus fantasmas, entre ellos una chica joven avistada en varias ocasiones, que se cree era hija del señor del castillo; su padre concertó un matrimonio con el hijo de un hacendado muy rico, pero ella estaba enamorada de un humilde granjero, y cuando su padre se enteró lo mató. Una noche cuando el padre dormía ella le mató. Poco después, un día que la hija estaba en lo alto del castillo, una mano invisible la empujó y la hizo caer al vacío, por lo que murió en el acto. Se cree que fue el padre quien la empujó y el espíritu de la joven vaga por el castillo lamentando su amor perdido. Los visitantes escuchan unos misteriosos gemidos y llantos en la oscuridad, y se ven luces encendidas en lo alto del castillo.

 

En Escocia

El castillo de Edimburgo, hacia

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